Contexto
La estructura de propiedad de los medios se inscribe en un panorama que excede al relevamiento de empresarios y grupos económicos. La actualidad económica y política, la aparición de nuevas plataformas tecnológicas y los cambios en la legislación conforman el entramado en el cual los medios tejen su participación.
Al igual que en otros países del mundo, en la Argentina el nacimiento de los medios tuvo una motivación política: los primeros periódicos fueron creados en el 1800 para canalizar el debate que terminó por consolidar la independencia de la corona española. Con el tiempo, la prensa masiva adoptó un estilo menos directo en su posicionamiento político, pero los hilos que la unen al poder permanecen intactos. De hecho, tanto los ex presidentes Néstor Kirchner y Cristina Fernández como el actual, Mauricio Macri, con matices e intensidad variable, dieron entidad a los medios opositores como enemigos públicos de sus gestiones.
La renovación de la legislación en materia de comunicación audiovisual –postergada desde 1980, durante la última dictadura militar- también ganó especial visibilidad en la agenda pública de los últimos años. Si bien la legislación fue pensada en pos de limitar la concentración y fomentar el pluralismo, tras su fallida aplicación y posterior modificación funcionó como herramienta para favorecer o desfavorecer a los grupos mediáticos, de acuerdo a la afinidad del gobierno de turno.
A nivel económico, la crisis global de los medios tradicionales se sumó la crisis local de la economía y la ausencia del Estado en la tarea de atenuar sus efectos. El resultado es un sistema de medios en declive, con menos audiencias, menos ingresos por publicidad y un tendal de despidos y cierres.
Con más de 44 millones de habitantes, en la Argentina la televisión sigue siendo el medio con mayor penetración (el 95,8% de la población la consumió en 2017), aunque también son altas las tasas de consumos culturales de otros medios respecto del resto de América.